miércoles, 16 de julio de 2008

Exitosa lectura-homenaje de Rodolfo Hinostroza en Cuernavaca



Con lleno total y con los pasillos saturados, La Casona Spencer se vistió de gala el pasado viernes con la lectura del gran poeta peruano Rodolfo Hinostroza. Con la participación de destacados poetas del estado de Morelos: Alma Karla Sandoval, Ricardo Ariza y Ricardo Venegas, la lectura-homenaje comenzó sin contratiempos con un público ávido de escuchar la voz del legendario bardo. Bajo el auspicio de la revista Mala Vida, el Instituto de Cultura de Morelos, la Notaría 5, la Universidad Internacional José Vasconcelos, La Rana Sabia y la Casona Spencer, esta lectura se suma a la visita de importantes poetas como Alí Chumacero, Floriano Martins, Sergio Mondragón y Hugo Gutiérrez Vega, todos ellos invitados por la revista literaria en los últimos años.
Durante su intervención, Ricardo Ariza hizo incapié del lugar que ocupa Hinostroza en Hispanoamérica, tal como su obra ha ido posicionándose por la calidad de quien, en palabras del poeta mexicano José Angel Leyva, “ha erigido una obra multifacética que se nutre de los viajes, de sus estudios de medicina y literatura inglesa (en La Habana, durante la crisis de los misiles), de la historia, de su conflicto existencial y psicológico sometido a las dinámicas del análisis freudiano, de las rupturas ideológicas y convencionales, de la vida y, como él lo dice en su poesía, que habla con los latidos de los muertos. Dos libros de poesía (de intensa gestualidad culterana y experimental) le bastaron para convertirse en una de las figuras referenciales de su país : Consejero del lobo y Contranatura, poemario éste que le mereció el premio Maldoror (1971)”.
Por su parte, Alma Karla Sandoval abordó los paradigmas del ajedrez con el cual Hinostroza desdobla una obra que cruza las fronteras experimentales y cultas. Las vanguardias de las cuales se ha nutrido su obra y la vivencia que acusa de recibo en cada uno de sus versos son motivos insoslayables en la obra de este poeta que ha recorrido el mundo.
E n el mismo tenor, Ricardo Venegas abordó la complejidad del mundo de la poesía, sus avatares y recompensas, sus elevaciones y caídas.

Hinostroza en el meridiano de la poesía

Texto leído durante la lectura del poeta Rodolfo Hinostroza
Ricardo Venegas

1.-“El don de apoderarse de las cosas mediante inesperados bautismos”, “el alma inaugurando una forma”, “un caracol dormido en un rectángulo de agua”, “Pan de los elegidos, alimento maldito”, son algunos atisbos que los propios poetas han tejido en su experiencia literaria, un eslabón de la escritura, un golpe de dados de quien dice: “la poesía es una apuesta en favor de la vida. Quien se atreve a servirla acepta existir al filo del tiempo, a verse expuesto a caídas y elevaciones, a tempestades y sequías. Al vislumbrar la meta postergada el buscador del viaje se descubre al principio”, Vicente Quitarte dixit.

2.- Si Juan Ramón Jiménez escribe y la dedica “a la inmensa minoría”, entonces la poesía no es para el que la necesita sino para el que la solicita; y aquí no hay clases sociales, pues también nos consta que no hay dinero en la poesía, pero tampoco hay poesía en el dinero.

3.-En plena charla un editor me decía: “no se vende la poesía, nadie lee la poesía”, y le dije que si no la leían entonces por qué se robaban los libros que prestaban para leer en el metro, me dijo: “esos libros incluso son de dudosa calidad”, en fin, mi reflexión fue más allá cuando pensé ¿por qué un editor, sabiendo que no venderá, sigue siendo editor?, ¿por qué un poeta, sabiendo que no hay dinero en la poesía se empecina en seguirla o en ser perseguido por ella? Es claro que la inutilidad de la poesía contradice palabras tan ficticias como “progreso”. Creo que aquí es donde encontramos la poesía y su naturaleza, pues no tratamos con mercancía sino con los motivos por los cuales, incluso, nos encontramos en este mundo y en este momento.

4.-Si los poetas que siguen escribiendo después de los 30 ya no tienen remedio (Quitarte dixit), se me ocurre que a Rodolfo Hinostroza la poesía se le apareció como un destino y no como un producto, tal como la sociedad de consumo quiere que nos veamos: cosificados, utilitarios del cuánto tienes, cuánto vales. ¿Cuánto valen los sueños del hombre, y cuánto ha invertido nuestra sociedad en extirparlos, en cultivar la nemotecnia y el automatismo, en procrear seres inválidos de imaginación, clones frustrados de pensamiento, de sensibilidad, de amor? ¿Y quién puede negar que hay una libertad necesaria para decir pacianamente a las palabras: “chillen putas, písalas gallo galante” sin que esto signifique no un insulto sino una audacia?

5.-Rodolfo Hinostroza (Lima, 1941): es el autor de Consejero del lobo (1965), Contra natura (1971) y Memorial de casa grande (2002). Con esta obra ha bastado para que Hinostroza sea considerado uno de los mayores poetas hispanoamericanos de la segunda mitad del siglo pasado.
5.-Se escuchan los latidos de los muertos en poemas escritos para durar. Alfonso Reyes relata sobre el poeta persa Omar Khayyam (el autor de Los Rubaiyat) que, sentado bajo la sombra de un árbol, el bardo disfruta de una botella de vino y del canto de un pájaro, aparece entonces un cazador que apunta al ave y la mata, entonces Khayyam se levanta furioso y arroja “chorros de versos” para suplir la belleza del canto que escuchaba. Lo mismo hace Hinostroza desde el poema:
“¡Ah, la palabra! ¿Y luego?/ ¿Cuando veamos que pesa tanto como un huevo de araña,/ que es un torpe arado resbalando sobre espejos/ desiertos, y que no modifica/ ni el ala de la libélula, ni el espanto iniciado en/ las Edades…”

Más que turismo, literatura

Eternos Malabares es una editorial independiente y es una posibilidad de dar continuidad a la tarea de difundir la cultura literaria en el estado de Morelos. Con una trayectoria de 13 años en la vida cultural del estado de Morelos y del país, la revista Mala Vida (distribuida en la red nacional de librerías Educal), editada por la misma editorial, se ha convertido en un foro importante para escritores y lectores interesados en la creación literaria reciente.
En su Nueva Época (1997), el periódico cultural de Morelos se transformó en revista y realizó algunas modificaciones en su diseño y formato; sin embargo, conservó los mismos lineamientos y objetivos editoriales que desde su nacimiento sostuvo.
Al iniciar en junio de 1995 (fecha en que apareció nuestro primer número), Mala Vida llegó a distintos sectores de la sociedad morelense con un tamaño tabloide de 20 páginas que a lo largo de año medio difundieron, de mano en mano, el trabajo de escritores y artistas plásticos, sobre todo el de jóvenes que no tenían un espacio propicio para dar a conocer su actividad creadora. El periódico cultural fue, en ese momento, un parteaguas: en La Jornada Semanal Juan Villoro escribió que Morelos ya no sería visto como un satélite turístico del Distrito Federal a partir de su aparición, ya que el estado siempre ha sido visto como lugar de esparcimiento y descanso del vacacionista inculto.
En 1995, la editorial Eternos Malabares trabajó en la edición de libros de autores noveles con una obra todavía en gestación pero que ya alcanzaba una voz propia y representativa. Hoy, la mayor parte de estos autores son protagonistas del quehacer literario de Morelos y del país. Mediante un convenio de coedición con el Ayuntamiento de Cuernavaca se logró publicar diez cuadernos de literatura joven de poesía y narrativa: Lauro de tristeza de Edwin C. Roldán, La celebración de otoño de Juan Díaz, Recolectando tiempos de Martín Ramírez, Del amor a la muerte y otras locuras de Juana María Capetillo, Cuentos de Cuarto de baño de Carlos Antonio de la Sierra , Fragmentos desde soledad de Alan Sandoval, Cuentos de entrometidos y solitarios de Laura Quintana Crelis y Habitación de Socorro Venegas.
Los títulos más recientes son Niños del estero y otros poemas (edición bilingüe, 2007), con la valiosa traducción de la poeta María Baranda y La sed del polvo (2008), del poeta morelense Ricardo Venegas.
Con la evolución y seguimiento de este proyecto, a través de este blog, pretendemos refrescar y mantener el vigor que como editorial nos ha caracterizado.